Salvador Victoria visto por su mujer

Con ocasión del noventa aniversario del nacimiento del gran pintor aragonés Salvador Victoria (1928-1994), Geometricae ha entrevistado a su viuda, Marie Claire Decay Cartier, quién durante tantos años ha venido ocupándose del legado artístico del pintor a través de una labor divulgativa encomiable por su pasión, esfuerzo y sinceridad.

Entrevista de Gianfranco Spada.

Os conocisteis en París y tengo entendido que el Colegio de España jugó un rol importante en vuestros comienzos. De Salvador tenemos bastante información, de ti menos: ¿que estudiabas, en qué trabajaste posteriormente, cómo recuerdas aquellos años en la Cité Universitaire?

Cuando conocí a Salvador yo no tenía nada que ver con el mundo del arte. Acababa de terminar la licenciatura en Derecho y me estaba especializando en Derecho penal, ya que quería ser juez. Pero también me gustaba ver  exposiciones, y así conocí a Salvador. La verdad es que, creo, le gustó entrar en contacto con una universitaria porque en la época en España había muy pocas estudiantes mujeres y además, que fuera estudiante de derecho le parecería divertido.

¿Vivías en París, tu familia era de allí?

Sí, mi familia vivía entonces en la periferia de Paris, en un sitio muy bonito que se llama Clermont de l’Oise. Estaba algo lejos del centro y algo lejos de la Facultad de Derecho y por esto yo vivía en la Cité Universitaire de París.

¿Dónde te alojabas?

En el Pabellón Franco-Británico.

¿Justo al lado del español?

Sí, el pabellón más cercano al español.

Se ha escrito mucho sobre aquellos años,  sobre la vida universitaria en el colegio de España, unos años míticos, diría, para el arte español.  No quiero imaginar todo lo que vivisteis en aquella época, con todos los artistas que pasaron por allí, entre fiestas, reivindicaciones, etc…

Sí fueron unos años muy intensos hasta que Salvador decidió volver a España.  Pensamos pasar un año en Madrid, vivir la experiencia juntos y ver qué pasaba.

¿A qué se debió esta decisión?

Fue su gran amigo y pintor Lucio Muñoz quién le convenció. Le decía a Salvador:  “si te quedas ahora, llevarás diez años en París y no volverás nunca jamás a España. Piénsatelo bien.”
Por otra parte, fue la época de la puesta en marcha de la galería de Juana Mordó. Juana salía de otra galería de la que era solamente directora y se llevó con ella a todos los pintores abstractos que conocía, incluido Salvador. Esto supuso un punto muy favorable en la decisión de volver a España y afincarse en Madrid.

Inauguración del Museo de Arte Abstracto de Cuenca en 1966. Salvador Victoria (cruzado de brazos en el primer peldaño de la escalera) junto a José María Yturralde, Jordi Teixidor, Gustavo Torner, Fernando Zobel, Eusebio Sempere, entre otros.

Hay que pensar que era Madrid, muy pobre intelectualmente en esta época… pero aquel círculo de amigos de Salvador era muy especial. Eran pocos artistas, pero todos muy buenos, muy comprometidos en la vida de este país, por supuesto luchando contra el franquismo, con todo lo que se podía hacer, lo poco que se podía hacer, lo poco que se podía decir… Una vez en Madrid me encontré con un grupo de artistas excepcionales, no sólo como artistas, sino también como personas.

¿Como era Salvador en lo privado? ¿Su inquietud artística la compartía contigo o era un trabajo al que tú acompañabas pero no interferías en él? ¿Intercambiabas información artística con él? ¿Le ayudabas en el proceso creativo? ¿Te consultaba?

Exactamente, no me consultaba, pero cuando yo salía del trabajo iba directamente al estudio a ver lo que había hecho durante el día.
Los artistas son hombres muy solitarios. Yo le comentaba lo que pensaba, claramente desde una posición de simple aficionada a la que le gustaba el arte, y creo que la presencia de otra persona siempre es una ayuda sobretodo para un pintor.
Por esto creo que conozco muy bien su obra porque, desde el 1958, año en el que nos casamos, la he seguido muy de cerca, incluso he llevado su archivo y cosas por el estilo. Salvador era un hombre verdaderamente entrañable, toda la gente lo recuerda como un señor muy afable y creo que era realmente una buena persona, honrado y muy respetuoso con los demás y con sus compañeros pintores. Antes de emitir una crítica se lo pensaba mucho, en su infancia, durante la guerra civil, lo pasó realmente mal.

¿Pasó algo en su familia?

Sus padres vivían en Rubielos, en la casa donde nació Salvador, donde ahora hay una placa.  Su padre era artesano, ebanista, el abuelo era ebanista también.  Los artesanos en esta tierra eran progresistas, al revés que los campesinos que normalmente eran de derechas, estos si había que opinar se iban hacia la derecha.
La madre de Salvador era una persona estupenda mientras mi suegro era muy contenido. Ella era muy entusiasta, muy fuerte… por ejemplo, durante la guerra civil no dudó en ayudar a los soldados heridos que llegaban con los pies congelados del cercano frente de Teruel. Venían a descansar a Rubielos, a intentar curarse,  y en el pueblo necesitaban gente que se ocupara de ellos, de la intendencia, de la comida…

Rubielos de Mora en los años de la Guerra Civil.

Mi suegra, que ya tenía cuatro hijos muy pequeños, se involucró sin dudarlo. Cuando la cosa empezó a ir francamente mal, mi suegro que era algo más prudente pensó que era muy peligroso quedarse en Rubielos y decidió marcharse a Valencia, la última bolsa de resistencia republicana. Pienso que hizo bien. Fue una buena idea en principio pero, terminada la guerra civil en el 1939, la guardia civil detuvo a mi suegra en Valencia y pasó cuatro años en la cárcel, dejando a sus cuatro hijos pequeños. Salvador tenía nueve o diez años, una edad en la que entiendes pero no del todo. Mi suegro callaba, y les decía que no hablaran de su madre.
Una experiencia dramática de la que Salvador nunca se recuperó del todo. Salvador era muy cariñoso, necesitaba cariño de la gente que le rodeaba, de la gente que quería… porque su infancia fue dura, porque mi suegro estaba en una situación imposible, en el bando de los vencidos con cuatro niños, una mujer en la cárcel… Emprender su profesión en Valencia era casi misión imposible en aquellas condiciones.
Terminó abriendo una tienda de compra-venta que con el tiempo se transformó en tienda de antigüedades y a la larga hizo una carrera muy buena. Pero para Salvador, su infancia fue dura, tenía recuerdos muy duros del periodo de la guerra civil y fue algo que le dejó una marca indeleble para toda la vida.
Yo digo siempre que Salvador no tuvo infancia, ni adolescencia y tampoco ha tenido vejez, pues ha muerto demasiado pronto.

¿Qué tipo de acercamiento tenía en lo privado con respecto al arte? ¿Era un carácter atormentado, un artista inquieto en una búsqueda permanente o tenía una visión clara de su acometido artístico, digamos más bien tranquilo?

No, era muy atormentado. Creo que todos los artistas lo son.  No lo manifestaba todo el tiempo pero la procesión iba por dentro.
Tenía una vocación a prueba de bomba. Para él la pintura fue su salvación y el arte lo que más contaba en su vida. Quería ofrecer y dejar una obra que valiera la pena.  Una obra de investigación. Los investigadores siempre son gente, si no atormentadas, al menos muy inquietos.
Llegó a la pintura, en la Escuela de Bellas Artes, a base de lucha.  Era el hijo mayor y su padre quería tenerlo con él en el negocio. Después de bastante lucha, lo sacó de la escuela a los catorce años, lo metió en el taller de cornucopias para que aprendiese  el oficio y para que supiera lo que es trabajar. Mientras tanto, Salvador se matriculó en Artes y Oficios y por la noche en vez de ir a jugar al balón o  a lo que sea, se iba a las clases. A su padre le pareció bien porque Artes y Oficios le sonaba a que Salvador se quedaría a trabajar con él. Pero en Artes y Oficios Salvador se presentó a una especie de examen  o concurso para acceder a Bellas Artes, cuando todavía era una escuela y no una facultad como hoy en día. Entonces no hacía falta bachillerato ni nada para ser admitido y fue admitido. Su formación la adquirió ya de adulto, a base de leer.  Leía muchísimo desde muy niño.  Con catorce años, se compraba libros cuando podía. Cuando se ganó la entrada a Bellas Artes su padre por fin le dejó.

¿Qué carácter tenía su padre? ¿Era autoritario? Me gustaría entender si hay alguna posible relación entre el carácter de su padre con la posición artística de Salvador.

El padre de Salvador era el típico señor de la época, era pues algo autoritario. Yo me llevaba bien con él, era muy inteligente.  Era el clásico señor artesano de un pueblo perdido de la España profunda, bastante progresista pero, seguía siendo machista, su mujer le servía y le obedecía. 

En la revista Andalán, Salvador ha declarado que la abstracción le permitía justificar su autodisciplina que se imponía para luchar contra la facilidad y el barroquismo. Si miramos en conjunto su obra de Salvador vemos como ésta se mueve en un dominio que tiene connotaciones líricas pero también geométricas. Es verdad que en Salvador estamos hablando de etapas muy largas que duran años y que no hay que ver su obra como si fuera una foto fija pero ¿podrías darnos alguna clave para entender su posicionamiento?

Entre las diferentes fases de Salvador no hay ninguna ruptura, hay una evolución lenta. En su primera época es absolutamente informalista, una fase importante, pues es cuando se da a conocer, cuando las bienales…. Pero se trata de un informalismo construido, nunca es un informalismo confuso. Él tiene formas muy definidas, normalmente una ventana de luz por arriba, algo más oscuro por abajo, algo de color, que no era muy corriente entre los españoles ya que predominaba una pintura muy negra. Es informalismo porque los críticos lo clasifican como informalista. Los más informalistas fueron los primeros cuadros matéricos, pero luego rápidamente se vuelve a la pintura sin materia y los últimos cuadros de esta época de París están absolutamente construidos.

Tres obras de Salvador Victoria muy representativas de su evolución artística expuestas en “SALVADOR VICTORIA. La Vanguardia abstracta” en la Sala de la Villa de Puertomingalvo (Teruel). Curador: Ricardo Garcia Prats (Director del Museo Salvador Victoria)

El Homenaje a Camus, por ejemplo, ya está muy delimitado, con grandes espacios, formas estructurales, una evolución lenta pero clarísima. No ha pasado de repente de un informalismo rabioso a algo geometrizante, sino que es un camino de pureza, como él decía, porque como efectivamente no tienes soporte, tienes que crear, y crear es una operación intelectual.
Él lo tenía clarísimo.  Para él la pintura era abstracción, no podía concebir la pintura de otra manera. Hay cuadros de París todavía donde coge el bastidor del revés y hace como superposiciones de telas etc., muy construidos ya, y cuando llega a Madrid los cuadros ya están totalmente construidos. A Salvador en ciertos momentos lo han metido en el lirismo, es una manera de ver las cosas, son los críticos, porque él evoluciona lentamente a través de los collages hacía una cosa cada vez más definida como construcción pero yo diría que más que lírico Salvador tenía una vena poética y creo que es otra cosa. El lirismo es como muy decorativo y la poética es más intelectual. A Salvador le gustaba enormemente la poesía y tenía grandes amigos poetas muy interesantes.

¿Como Pepe Hierro no?

Sí, entre otros. Yo diría que esta parte poética la va a tener toda su vida, se ve más o menos claramente, los signos para él son muy importantes y a través de todas sus épocas no hay cuadros donde no aparezca algún signo, a lo mejor disimulado, a lo mejor poco visible. En los últimos cuadros hay signos que son exactamente los de París pero que están casi transparentes.

Salvador Victoria con Pepe Hierro en 1989.

El gran Pepe Hierro dice explícitamente haber percibido un aroma de arte religioso en Salvador. Sabemos que Salvador era un ateo confieso ¿Tenía en la vida cotidiana algo de espiritual, algo de religioso, o simplemente esta faceta solo se manifestaba en su arte? ¿A qué cree que se debe esta lectura?

No era un hombre religioso, no creía en dios ni en nada parecido, la iglesia oficial le molestaba enormemente, pero sí, lo que tiene Salvador, creo, era una gran elevación moral, algo que trasciende en algunos de sus cuadros. Supongo que es esta elevación, no sé cómo lo llamaría, no es religiosidad, es espiritualidad y en su caso era creer en el ser humano, y pienso que son dos cosas bastantes distintas. Lo que pasa es que la gente confunde mucho la espiritualidad y la religiosidad, que creo son dos cosas muy distintas.

Bueno llegamos al círculo: ¿como llegó al círculo, lo habló contigo?

Sí que lo hablamos, le preocupaban los elementos que iba introduciendo en su pintura. Salvador hizo muchísimas exposiciones, a pesar de su muerte prematura. Las exposiciones son como un examen, una prueba ante el público, y en cada exposición tienes que comprobar su reacción hacia tu nueva obra y sí, claro que lo hablábamos.
El círculo aparece en todas las obras de Salvador, sus signos son circulares, de toda la vida. En un principio creo que es una cosa inconsciente, sus obras muchas veces, incluso en las obras figurativas de sus principios, hay elementos circulares y redondos, pero luego lo analizó, y llegó a la conclusión que todo es circular en este mundo, incluso intelectualmente las cosas se van repitiendo, nunca tienen fin y comienzo, y sí, le parecía que la forma circular era una forma perfecta que a él le convencía, le gustaba y entraba en su concepción de la pintura porque además también es una forma abstracta.

Sin título | 1978 | Óleo sobre tabla | 170x135cm

A lo largo del tiempo, cuando el círculo ya era muy consolidado en su pintura, algo digamos inevitable para él ¿se sintió en algún momento “atrapado” por ese círculo, lo vivía como algo del que no podía desprenderse o lo llevaba con naturalidad?

No, no sintió atrapado, nunca se ha sentido atrapado en nada y aunque no sé lo que hubiera hecho si hubiera vivido más, si creo que seguramente hubiera evolucionando dentro de la abstracción, pero por supuesto a la figuración jamás hubiera regresado. Nunca me habló de que hubiera agotado su interés por el círculo.
Si indagas un sujeto vas evolucionando, lo que pasa es que en ésta evolución, en las transformaciones que puede haber, pueden cambiar los materiales, pueden cambiar las manera de pintar, pueden cambiar los soportes, pero es el mismo pintor. Se reconoce a Salvador en sus primeras obras informalistas y en las últimas porque las últimas también tienen estos rasgos informalistas que creo que en él son poesía.

Ray | 1976 | Óleo sobre tabla | 61x50cm

Se ha dicho, y el mismo Salvador creo que lo haya dicho más concretamente, que “quería alejarse de toda sospecha de geometrismo” ¿Es esta una posición exclusivamente artística o había alguna connotación social o política? Personalmente creo que hay obras suyas que son totalmente geométricas.

Absolutamente sí, simétricas, él decía geometrizantes porque, y tiene razón, si te acercas al cuadro, aunque efectivamente sea simétrica, la pintura está llena de matices, llena de signos. Los constructivistas de verdad, tienen una pintura absolutamente plana, la pintura de Salvador nunca está plana, por esto él decía que no era geométrico, ni tampoco constructivista. Creo que no le gustaba que le encasillaran en una denominación concreta, quería seguir pintando libremente, tampoco le hubiera gustado que le hubieran llamado informalista toda la vida. Efectivamente en esta época no había tantos geométricos en España, y han colocado a Salvador en mucha exposiciones colectivas geométricas, pero él decía siempre que era geometrizante simétrico, no pintor geométrico y no era por razones políticas.

¿Como era el proceso de gestación de una obra, su inspiración llegaba de la meditación o la buscaba delante del lienzo con los pinceles en la mano?

Salvador era un pintor lento, no era un pintor rápido ni siquiera cuando era informalista. Era lento, se lo pensaba mucho, hacía cantidad de bocetos, tengo un montón de papeles con bocetos de todo tipo, algunos con notas. Pensaba sus cuadros, era un pintor que trabajaba de la mañana a la noche sin parar, él decía que efectivamente si tienes inspiración que te coja trabajando delante del cuadro. “Trabajo como un oficinista, decía. Cuando yo iba al trabajo el bajaba al estudio, lo primero que hacía era comprar el periódico y leer las noticias y además escucharlas en la radio pero ya estaba pensando en su obra y se quedaba todo el día trabajando, pero sí era lento.

Salvador Victoria en su estudio de Madrid en 1971

En su estudio tenía un altillo, se sentaba en la escalerita a mirar sus cuadros y a ver por donde salía, también ha destruido mucho, cuando una cosa no la veía clara la destruía o la repintaba sobre el mismo lienzo, también en épocas “peladas” lo hacía para reutilizar los lienzos.

La fase más geométrica es la década de los 70 ¿crees que esta fase es debida al periodo histórico o estaba más bien relacionada con alguna motivación biográfica personal o familiar?

Yo creo que es un momento de su vida en el que tiene necesidad de orden. Lo setenta son la época de la muerte de Franco y la restauración de la democracia y es una época muy activa políticamente hablando pero en el caso de Salvador no creo que tenga nada que ver con la política. Salvador ha seguido su camino sin dejarse influenciar por nada ni nadie, ni siquiera por sus amigos.

Entre amigos pintores, se visitaban bastante, era muy común ir al estudio de uno y de otro, se veían muchísimo, se animaban unos a otros, en una época muy difícil, también para el arte. Salvador iba a visitar sus amigos pintores, por ejemplo de Lucio Muñoz era muy, muy amigo, y seguramente que dentro de un orden alguna influencia tenía pero aún así yo creo que Salvador hacía poco caso de lo que le podía decir. Por ejemplo yo recuerdo que Genovés, que era también muy amigo suyo, veía estas cosas tan limpias de Salvador como por ejemplos los monocromos que son tan bonitos ¿no? y le decía ¿y si pusieras aquí un personajito? Y claro Salvador nunca ha puesto ningún personaje ni muchos menos. Pero a lo mejor sí se aconsejaban entre ellos sobre un color o de una técnica. En España no se encontraba buena pintura, cuando había de repente una casa, una marca que parecía mejor se la recomendaban entre ellos y luego se iban a tomar un café y se animaban mutuamente sobretodo en periodo de preparación de una exposición, era fundamental.

Personalmente me gusta ver cierta relación entre la austeridad metafísica que hay en la obra de Salvador y su tierra natal. ¿Crees que esto se podría relacionar con su pueblo de origen, con esta tierra tan austera de Aragón?

Yo creo que él no era consciente de recibir una influencia determinada de un paisaje o de lo que sea pero sí, claro que era muy aragonés. Luchaba muchísimos contra todos los nacionalismos en general, pero sí, los paisajes de Aragón a él le llenaban. Esta tierra es muy hermosa y pienso que algunos colores suyos, algunas cosas, alguna influencia tendría, es cosa casi de nacimiento, a lo mejor algo casi genético.

Marie Claire Decay, Eusebio Sempere, Salvador Victoria y Cirilo Popovici en la XXX Bienal de Venecia de 1960.

¿Qué tipo de interés tenía Salvador hacia otros artistas y otras obras, de sus contemporáneos, tenía alguna predilección, se interesaba por todo tipo de abstracción le gustaba la figuración, visitaba normalmente exposiciones, a parte por supuesto las de sus amigos?

Muchas, veía muchas exposiciones y siempre decía que prefería lo bueno, y que lo bueno está en todas partes, hay que verlo y ya está. Era muy amigo de Antoñito, Antonio López, por ejemplo, fíjate: cosa más distante de Salvador, imposible. Antoñito era muy amigo también de Lucio Muñoz, quiero decir que estos pintores no tenían manías al figurativo, pero ¡que figurativo! Aunque sí tenía una cierta manía por ejemplo a Sorolla, porque en su época Sorolla en Valencia era el modelo y fuera de Sorolla no había nada.
A Salvador le gustaba Antoñito, porque a Antoñito la gente lo ve como un hiperrealista, pero es surrealista, poético y tiene un mundo especial muy suyo que no tiene nada que ver con los hiperrealistas de América ni con el realismo del siglo diecinueve. Julio López también, le gustaban muchos los geométricos, un gran amigo de Salvador era Paco Sobrino, un gran teórico y un excelente pintor, le parecía estupendo pero no era su guía.
Entres sus amigos el más cercano en lo que es Arte sería por una parte Lucio Muñoz, informalista durante toda su vida aunque al final simplifica y tienes formas que son casi un homenaje a Salvador y Sempere que era muy amigo y que también es un geométrico muy especial porque es poético antes que todo, su manera de ver el color es otra cosa. Lo malo es intentar clasificar de una manera tan intransigente a los pintores, a parte de los constructivistas que son así, los demás en general se salen mucho de la normas.

Bueno, no creo que sea solo una cuestión de etiquetar, es que resulta más fácil hablar utilizando unas categorías simplemente para que se pueda comunicar más fácilmente…

Sí, te tienes que agarrar a algo, es normal también.

Antes has comentado que era muy buen lector, ¿prefería algún tipo de lectura, ensayo, novela, que tipo de lectura prefería?

Todo lo relacionado con la pintura, también le gustaba mucho el cine y mucho la música, trabajaba escuchando todos los grandes clásicos, y también contemporáneos a todo volumen. Su vida era eso, yo creo que si no hubiera sido pintor Salvador hubiera sido músico, probablemente.

¿Qué pensaría hoy Salvador viendo el estado de la arte actual? y tú también ¿qué piensas al respecto?

Salvador era muy respetuoso con los demás, sabía lo difícil que es producir una obra más o menos coherente. Estuvo en Bellas Artes enseñando unos años, los últimos doce o trece de su vida. Los alumnos en general son vocacionales en Bellas Artes, pero hay de todo, y la personalidad de un alumno es muy difícil de elegir. El era muy respetuoso y no suspendía a ningún alumno, porque decía “quién soy yo para suspender a un tío que a lo mejor no lo sé ver, y que mañana será un genio”. Suspendía exclusivamente a los chavales que no asistían a clase, a los que no había visto en todo el año a esos los suspendía. Lo que sí que le gustaba es que una obra estuviera bien hecha, no le gustaba la chapuza, si tu haces una obra que no es efímera, la tienes que hacer de tal forma que se conserve, que se pueda conservar y que no sufra demasiado con el paso del tiempo.

Y para terminar me gustaría preguntarte un poco sobre el Museo Salvador Victoria de Rubielos de Mora.

Cuando con Salvador veníamos a Rubielos, estábamos con su padre, no teníamos ningún contacto con la gente de pueblo, había poca gente en esta época realmente interesante, tampoco había turismo y Salvador se limitaba a llevarse sus libros, a leer tranquilamente a dibujar a pasear por los alrededores y hacer un poco de turismo. Un día nos apareció en casa Ángel García un joven entusiasta que ha sido el primer alcalde de la democracia en el pueblo, vino a presentarse y a decirle a Salvador que estaba muy contento de tener a un pintor tan conocido en el pueblo. Él era socialista, muy atento, y un hombre bastante culto.

El Museo Salvador Victoria en Rubielos de Mora (Teruel).

Al cabo de un tiempo Ángel García le dijo a Salvador: “a mi gustaría como Alcalde que dejaras algunos cuadros para tu pueblo” y Salvador dijo que sí, naturalmente, pero como siempre una semana no era suficiente para hacer las gestiones oportunas. El 27 de junio de 1994 Salvador murió y nuestra casa en el pueblo estaba a medio por hacer. En octubre de ese año vino el Alcalde a Madrid, “Mira Marie Claire”, me dijo, “no se si te acordarás pero con Salvador habíamos hablado que nos gustaría tener algo suyo en el pueblo, ¿vas a seguir con este proyecto?”.  Le dije que sí  suponiendo que había mucho tiempo por delante ya que  en este momento surgió la primera gran exposición antológica después de la muerte Salvador, en Conde Duque, y que además estaba completamente desbordada por la situación.
Dejé correr el tiempo. Luego volvió el Alcalde y me dijo “habíamos pensado cuando hablamos con Salvador que podíamos habilitar las antiguas escuelas del pueblo, ¿que te parece este edificio?”. Es un buen edificio, pensé, mira ¿porque no? Al tiempo volvieron y me comentaron que habían pensado en otro edificio más noble que convendría más para la obra de Salvador. Se trataba del antiguo Hospital de Gracia que llevaba muchos años inutilizado y casi en estado de ruina con la segunda planta hundida sobre la primera y la escalera hecha un desastre. El edifico era muy bonito, la vista preciosa y efectivamente el sitio me pareció mucho más interesante que las viejas escuelas. Esto sería en el 95 y por entonces todavía pensaba que la creación del Museo iba a tardar bastantes años.
En el 99 me visitaron los del museo de Teruel, me dijeron “para el 2000 pensamos programar una exposición de la “Colección fundacional” del futuro Museo Salvador Victoria de Rubielos de Mora”, y pensé yo ¿que colección fundacional? Todavía no había hecho nada, ni la lista siquiera de la obras, ni lo había pensado ni me había dado tiempo pero al final me puse manos a la obra y según el calendario previsto se realizó la primera exposición con la Colección fundacional que nos ha servido de base para el Museo.
En el 2003 se inauguró el Museo y bueno, no sé lo que hubiera dicho Salvador, pero como el edificio era bastante grande decidí que iba a dar una cosa consistente y pensé que iba a dar también parte de los cuadros que tenía de amigos. Con esto con Salvador estaría de acuerdo pues le hubiera gustado que el suyo no fuera un museo de él solo.

Entiendo que mantener su legado es un esfuerzo para ti bastante importante ¿hay un momento en que te llega a pesar, como lo has vivido, o como lo vas viviendo?

Es muy duro, hay mucho trabajo, tienes que estar pendiente constantemente y sobretodo porque tengo miedo de meter la pata. A Salvador le quería muchísimo y creo que es un grandísimo pintor que no ha tenido tiempo de desarrollar toda su obra porque le han faltado muchos años y lo que no quiero es traicionarle. Cuando hablo de la pintura de Salvador me es muy complicado, porque sé que él era absolutamente coherente y lo que intento es que la gente lo vea también.
Lo que me consuela es que vengan a visitar el Museo pintores amigos suyos, como por ejemplo Paco Farreras, que es muy cercano a la manera de entender el arte y con un pensamiento parecido al de Salvador y me digan que le gusta como ha quedado el Museo entonces pienso: “bueno si a Paco le ha gustado, a lo mejor a Salvador, también”…