1/2 – 15/4 2018
CEART – Centro de Arte Tomás y Valiente | Fuenlabrada | España
La exposición individual de Soledad Sevilla en el CEART titulada “Espacios de la Mirada” está planteada como una retrospectiva donde las obras cubren un amplio marco de tiempo, así como la exploración de procedimientos, recursos, imágenes y vivencias.
La idea que recorre la muestra es presentar la trayectoria de Soledad de una forma extensa, llena de momentos; en lugar de centrarse en obras individuales y aunque estos momentos cambien de medios, técnicas y temas, creo que podemos encontrar una gran consistencia en su obra, la obra de una artista única y el proceso de una vida.
La primera sala está dedicada a los años 70 y lo primero que encontramos de su trabajo son los lienzos donde las líneas son las protagonistas; un trabajo geométrico como reacción a los años de enseñanza en la Escuela de Bellas Artes. El sentido físico y la fórmula visible en estas obras puede ser mínima, pero el resultado visual y la experiencia emocional son de una riqueza que nos lleva más allá de la razón.
Cuando comienza, a finales de los setenta, con la introducción del color en medio de su obra geométrica, la artista nos dice que su pensamiento está puesto en el vuelo de los pájaros, en la caída de la tarde, en los crepúsculos que veía desde la ventana de suestudio en Madrid, y más tarde en la atmósfera de los barrios americanos donde vivía en Boston. Pero siempre ha tenido la preocupación y la necesidad de expresar todas estas sensaciones de forma abstracta.
La serie de Las Meninas, seguida de La Alhambra y posteriormente de Los Toros, es el momento pleno de la utilización de las tramas, retículas y módulos como manera de transformar los motivos que las inspiran, las sensaciones y sentimientos en luces y formas. Es ahí donde las líneas se cruzan con los colores creando esa presencia espacial, depurada y reducida para expandir el espacio con más fuerza, experimentando con la luz y el color, transmitiendo no los hechos sino la existencia, leit motiv que siempre ha caracterizado su obra.
Paralelamente a estas series Soledad Sevilla entra de lleno en el mundo de la
instalación, un mundo de trabajos decididamente perecederos donde impera lo frágil; que persiguen incansablemente la captura de lo fugaz y que solo aspiran a pervivir en el recuerdo.
Para Soledad “la pintura y las instalaciones son medios complementarios pero
diferentes”, ya que con ellos persigue distintos fines. Lo efímero de la instalación se enfrenta al concepto progresivo de sus series pictóricas.
Unas imágenes de la almadraba de la aldea de El Rompido en Huelva, colgadas durante meses en su estudio, son la razón de su serie de pinturas INSOMNIOS. La serie toma el nombre de aquello que te desvela en la noche, ese magma oscuro que hace que las imágenes se clarifiquen a la mañana siguiente; donde la naturaleza no está nunca presente como es, sino siempre como una reconstrucción bajo el control de la artista.
Esta fuente de inspiración revela todo un cuerpo dinámico de tensiones cromáticas, marcas y rastros que trata de resolver de una manera densa, a golpe de pinceladas, mostrándonos la pluralidad visual del sentido que tiene su pintura y la sensibilidad sensorial.
La¡ serie de los APOSTOLES, que toma su nombre del apostolado de Rubens que se conserva en el Museo del Prado junto con la de las MENINAS, son las dos series en las que Soledad Sevilla, de una manera muy sutil, nos habla de su amor y conocimiento de la Historia del Arte.
En estas pinturas la artista vuelve a romper la narración, mostrándonos cómo la abstracción es una lucha paulatina por la autonomía del arte respecto a su realidad exterior. Soledad Sevilla ha querido establecer una relación entre las telas y las maderas, atraída por la transparencia que parece adquirir la pintura sobre la tabla en esos cuadros.
El rigor y la fuerza poética de las pinturas de los APOSTOLES MAYORES hace que reine en ellos un silencio esencial. Consecuentemente producen en el espectador, que ha de tomar ante ellos una actitud contemplativa, una mezcla de serenidad e inquietud.
Estas obras son capaces de hacernos vivir la pintura como plenitud, como incógnita y también como misterio.
Los trabajos en los que se basa la serie ARQUITECTURA AGRICOLA son los secaderos de tabaco de la Vega de Granada y son una nueva inflexión en la obra de Soledad. La artista nos recuerda que nada existe si no cuenta con la confirmación de la existencia que le otorga la imagen.
La obra MOSAICO corresponde a un conjunto de pequeñas pinturas, como bocetos, de las últimas series en las que está trabajando: NUEVAS LEJANÍAS Y LUCES DE INVIERNO.
Proceden de unas imágenes que comienzan a experimentar variaciones y confluencias de manera similar a las de las fantasías y los sueños. La metamorfosis de la luz y el color en estas series nos permiten intuir un paisaje sugerido a partir de una pintura en transformación.
El currículum de Soledad ocupa muchas páginas en sus publicaciones, la enumeración de sus exposiciones, su bibliografía o sus obras presentes en colecciones y museos, nos pueden llevar a pensar que su camino ha sido fácil, pero la artista nos recuerda que “La angustia, la nostalgia y la inseguridad presiden la batalla diaria en el estudio,
en ese intento de trascender los límites de nuestra vida cotidiana. Se trata de hacer un esfuerzo por descubrir, identificar y captar aquellas cosas cuya existencia sentimos, pero no conocemos el modo de conseguirlas.”
María de Corral