En el mundo del arte es notable el vuelco de las miradas hacia los maestros y artistas que han sustentado un discurso inédito y coherente. Bajo el título “La euforia del color”, la Galleria Continua en San Gimignano, pintoresca villa Toscana del siglo XIII, expone desde el pasado 27 de mayo, una muestra de obras seminales de Carlos Cruz-Diez (1923-2019), considerado un influyente pensador del color del siglo XX y creador de una obra óptico-cinética de imprescindible referencia en el arte contemporáneo.
Según Maurice Merleau-Ponty, “El color es el lugar donde nuestro cerebro y el universo se encuentran” [i]. Este concepto lo podríamos aplicar a las investigaciones, descubrimientos y propuestas de Carlos Cruz-Diez quien desarrolló ocho investigaciones sobre el fenómeno cromático: Couleur Additive (1959), Physichromie (1959), Induction Chromatique (1963), Chromointerférence (1965), Transchromie (1965), Chromosaturation (1965), Chromoscope (1968) y Couleur dans l’espace (1993). Cruz-Diez modificó los estables paradigmas que existían sobre el color, al disociarlo de la forma: “El color tiene un valor intrínseco que le permite afirmarse a sí mismo mediante sus comportamientos y ambivalencias. Mis ambientaciones cromáticas ayudan a que la persona recree la realidad de su entorno al abordar el fenómeno del color sin significados preestablecidos y sin anécdotas. Yo propongo: el color como una realidad efímera, autónoma y evolutiva. En mis obras el color se manifiesta como un acontecimiento en continua mutación que no necesita de la forma, desprovisto de toda simbología, sin tiempo pasado ni presente”.[ii] La trascendencia de su obra, lo sitúan en el mundo del arte como uno de los más destacados pensadores del color del siglo XX, como lo calificó el crítico de arte Jean Clay: “podríamos afirmar, sin lugar a duda, que los hallazgos de Cruz-Diez como pensador del color, dejan atrás las ideas establecidas sobre el color cultural, ligado a los sistemas de organización mental del siglo XX”.[iii]
Los espacios de la galería muestran una selección fascinante de las propuestas desarrolladas por el artista. En la platea, el visitante se encontrará inmerso en una situación espacial de desmaterialización, transfiguración y ambigüedad del color al desplazarse dentro del Environnement Chromointerférent (París, 1974).
Esta ambientación consiste en la proyección ‘luminocinética’ de líneas y tramas que al desplazarse en el espacio crean gamas de color inesperadas e inexistentes en el ambiente. Las tramas lineares en constante movimiento proyectan las Cromointerferencias en los espectadores mientras se desplazan o contemplan inmóviles el efecto, haciendo que éstos se sientan actores y autores de la obra.
En otra de las salas nos encontramos con las Physichromie (1959), estructuras diseñadas para revelar que el color es un acontecimiento provocado en el instante en que el espectador se desplaza frente a la obra o por los cambios e intensidad de la fuente luminosa. Una Physichromie actúa como una “trampa de luz” donde interactúan colores aditivos, reflexivos y sustractivos que se transforman entre sí, generando nuevas gamas de colores virtuales, no presentes en el soporte.
En esta excepcional muestra, se aprecian los Couleurs Additives (1959) y las denominadas Induction Chromatique (1963), que constituyen la génesis del discurso cromático del artista. En la serie de Couleurs Additives, Cruz-Diez logra aislar las zonas de toque entre dos planos coloreados, para obtener los llamados “Módulos de acontecimiento cromático”, responsables en parte, de la continua transformación del color. La mezcla óptica integrada por dos o más colores genera nuevas gamas que no existen en la superficie y que se hacen visibles al espectador, se trata del color surgiendo del plano estático al espacio dinámico. En las obras de Induction Chromatique, distintas gamas cromáticas aparecen y desaparecen continuamente entre las líneas impresas. Los colores que aparecen tienen una existencia virtual, sin embargo, son tan reales como los pigmentos utilizados en el soporte.
Desde sus primeros experimentos sobre el comportamiento del color, Cruz-Diez logró efectos de post-imagen con gran precisión mediante la utilización de líneas. “La línea no es un elemento estético en mi trabajo, es el medio más eficaz que pude encontrar para multiplicar las zonas críticas de visión entre dos planos de color. Es así como puedo generar nuevas e inestables gamas cromáticas. Lo cual no impide que el resultado sea un hecho expresivo, comunicativo y sensible”. [iv]
El itinerario expositivo finaliza en el jardín de la galería con Environnement de Transchromie Circulaire (1965/2017), una estructura inmersiva al aire libre. Se trata de una obra interactiva, que permite al observador intervenir y percibir las variaciones cromáticas provocadas por la superposición de paneles de vidrio transparentes de colores sustractivos. En ésta Transchromie en particular, el espectador decide el trayecto circular a seguir y los colores que desea combinar, transfigurando la luz y el entorno, estableciendo un diálogo dinámico con la obra. La puesta en escena de estas sorprendentes obras fue realizada por el ingenioso equipo de profesionales y técnicos del Atelier Cruz-Diez París, dirigido por Carlos Cruz-Diez Jr.
En su ensayo sobre el proceso creativo, James Baldwin describe la actitud y misión del artista cabal: “La sociedad acepta algunas cosas como reales, pero la realidad visible esconde otras más profundas y es el artista quien las revela. La sociedad asume que todo es estable, pero es el artista el que conoce y expresa que no hay nada estable bajo el cielo”.[v] Pienso que Cruz-Diez se inscribe en esa función trascendente, cuando afirma: “El condicionamiento cultural fundado en el culto de la forma y la imagen, nos impide aprehender los acontecimientos sutiles que suceden en el espacio y el tiempo. En mis obras, el color aparece y desaparece en el transcurso del diálogo que se genera con el espacio y el tiempo real. Simultáneamente, surge de forma incuestionable el hecho de que la información adquirida, así como los conocimientos memorizados en el transcurso de nuestra experiencia vital, no son, probablemente, ciertos… al menos parcialmente. Es posible, además, que, gracias al color, abordado a través de una ‘visión elemental’ desprovista de significaciones preestablecidas, podamos despertar otros mecanismos de aprehensión sensible más sutiles y complejos que los impuestos por el condicionamiento cultural y la información masiva de las sociedades contemporáneas”.[vi] Aun después de su partida, Cruz-Diez continúa asombrando y provocando la euforia del color en los espectadores de sus obras.
[i] Maurice Merleau-Ponty, L’Œil et l’Esprit, 1961.
[ii] Carlos Cruz-Diez, Reflexiones sobre el color, 2009.
[iii] Jean Clay, Cruz-Diez et les trois étapes de la couleur moderne, 1969.
[iv] Carlos Cruz-Diez, Ídem.
[v] James Baldwin, The Creative Process, 1985.
[vi] Carlos Cruz-Diez, Ídem.